
🌙 El Farolero de las Sombras 🕯️
Una historia sobre la luz, la oscuridad… y los secretos que sólo la noche puede revelar.
1. El hombre que encendía la noche
En una ciudad donde la luna rara vez se asomaba y las estrellas parecían olvidadas, existía un farolero solitario llamado Elián. Nadie sabía de dónde venía ni a dónde iba después de su recorrido. Solo se sabía esto: cada noche, antes de que las sombras se hicieran dueñas de las calles, Elián encendía los faroles antiguos de la ciudad.
No eran faroles eléctricos ni modernos. Eran lámparas de aceite, altas, de vidrio ahumado, con pequeños dibujos grabados a mano que solo se notaban cuando la llama danzaba dentro.
Y aunque muchos consideraban su labor inútil —“¡Tenemos luz eléctrica!” gritaban los más jóvenes—, Elián seguía fielmente su recorrido, como si aquellas luces tuvieran otro propósito que nadie comprendía.
2. El niño curioso
Un niño llamado Teo vivía cerca del callejón más oscuro del barrio. Tenía la costumbre de asomarse por la ventana cada noche para ver pasar a Elián.
—¿Por qué prende esas luces si nadie las necesita? —preguntó a su madre.
—Dicen que esas lámparas no solo iluminan la calle… también iluminan los miedos —respondió ella, en voz baja.
Esa noche, Teo decidió seguirlo. Se escabulló sin hacer ruido y lo observó desde lejos. Vio cómo Elián tocaba cada lámpara con una vara de encendido y, al hacerlo, la luz no solo llenaba el aire, sino que transformaba la sombra que proyectaba.
Una farola convertía la sombra de un cubo de basura en la silueta de un ciervo. Otra, hacía que una grieta del muro pareciera una flor abierta. La más antigua, cerca del parque, proyectaba el contorno de un anciano y una niña tomados de la mano, aunque no había nadie allí.
Teo sintió un escalofrío. ¿Estaba viendo lo invisible?
3. El poder oculto de la luz
Elián se detuvo. Había notado al niño.
—¿Por qué me sigues? —preguntó sin girarse.
—Quiero saber qué haces. Esas luces… no son normales.
Elián sonrió, por primera vez en mucho tiempo.
—Estas farolas no iluminan lo que ves. Iluminan lo que ocultas.
Y se agachó para estar a su altura.
—Las sombras no son solo oscuridad. Son memorias. Temores. Deseos escondidos. Yo no soy un simple farolero, Teo. Yo soy el cuidador de lo que la noche calla.
4. El fuego interior
Teo siguió caminando con él el resto del trayecto. Juntos encendieron las últimas lámparas. Y en cada una, el niño veía más: un hombre llorando en silencio en una sombra de pared. Un gato que solo aparecía reflejado, no en la calle real. Una bicicleta que alguna vez existió.
Elián le explicó que cada farol tenía dentro una gota de “lumbre del alma”, una chispa de las emociones humanas, recogida del aire cada vez que alguien sentía algo muy profundo y lo guardaba en silencio.
—¿Y por qué haces esto? —preguntó Teo.
—Porque a veces la gente olvida lo que siente. Y cuando lo olvidas, dejas de ser tú.
5. La despedida y la promesa
Cuando el recorrido terminó, Elián le dio a Teo una pequeña caja de madera.
—Guárdala bien. Solo ábrela cuando no recuerdes quién eres.
Y sin decir más, desapareció entre la neblina, como si se disolviera en las sombras que había encendido.
Teo volvió a casa. Pasaron los años. Se convirtió en escritor, en padre, en anciano.
Una noche, muchos años después, cuando todo parecía confuso y el mundo le era ajeno, Teo encontró la cajita.
Al abrirla, una pequeña llama surgió. Y en las paredes de su habitación, vio proyectadas todas sus memorias: el abrazo de su madre, la risa de sus hijos, su primer cuento escrito a mano, la noche en que siguió a Elián.
Sonrió.
Y en la calle, por primera vez en décadas, una farola volvió a encenderse sola.
🌟 Moraleja 🌟
No toda luz alumbra los caminos. Algunas iluminan el alma. Y a veces, solo enfrentando nuestras sombras recordamos quiénes somos realmente. 🌌

Donde hay sombra, también hay un recuerdo esperando ser encendido.
¡Gracias por leer “El Farolero de las Sombras“! Esta es una historia de una serie creada para lectores ávidos y estudiantes de español que desean disfrutar de relatos cautivadores mientras practican el idioma. ¡Sigue atento para más historias y consejos de lenguaje que enriquecerán tu aprendizaje!
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