
El Laberinto del Horizonte de Ébano
En el lejano reino de Lumoria, un vasto horizonte de luz separaba la tierra de la eterna oscuridad. Era un lugar mágico y misterioso, donde se contaban historias de un equilibrio frágil entre el día y la noche, la vida y la muerte. Las leyendas hablaban de un laberinto de cristal y sombras que se extendía más allá de los límites visibles del reino. En su centro, decían, crecía el árbol de la vida eterna, cuyas ramas poseían el poder de curar cualquier herida, devolver la felicidad perdida y disipar los misterios más profundos. Pero este milagro no estaba al alcance de todos, pues el bosque que rodeaba aquel lugar estaba maldito por una traición antigua y sombría.
La reina Elyria, quien gobernaba Lumoria con sabiduría y gracia, había sido bendecida con una hija, Aelina, que representaba la luz misma de su vida. Sin embargo, esa luz fue arrancada cruelmente cuando una sombra nacida de un relámpago caó del cielo y se llevó a la niña, dejando un vacío insondable en el corazón de la reina. Consumida por la pérdida, Elyria buscó desesperadamente una forma de devolverle la vida. Consultó a sabios, brujos y oráculos, pero ninguno podía ofrecerle esperanza hasta que su consejero más leal, un hechicero anciano, le habló del legendario árbol más allá del laberinto.
—El camino es peligroso, mi reina —le advirtió el hechicero—. El laberinto no solo pone a prueba el cuerpo, sino también el alma. Para llegar al árbol, deberás enfrentar las sombras de tu propio corazón.
Elyria, decidida y sin nada que perder, se preparó para la travesía. Llevaba consigo una daga de marfil, grabada con runas protectoras, y un collar de cristal que había pertenecido a Aelina. Al llegar al borde del bosque, un aire gélido la envolvió, y las sombras parecieron cobrar vida, susurrándole secretos y promesas.
—¿Quieres ver a tu hija otra vez? —dijo una voz grave que parecía emanar de los mismos árboles—. Todo tiene un precio. Deberás ofrecer algo valioso para continuar.
Elyria, con el corazón desgarrado, extendió un mechón de su cabello dorado hacia la penumbra que la rodeaba. La obscuridad lo reclamó con avidez, envolviéndolo en una llama fría que lo consumió lentamente, dejando tras de sí una ceniza espectral que se desvaneció al instante. Sólo entonces, el bosque cedió y le permitió avanzar. El sendero hacia el laberinto estaba plagado de trampas y pruebas, donde cada giro y recoveco la enfrentaba a visiones del pasado y del futuro, diseñadas para quebrantar su espíritu.

En un momento crucial, Elyria encontró un cristal negro que contenía un relámpago atrapado en su interior. Al tocarlo, una poderosa visión invadió su mente: vio cómo, en un arranque de ira y desesperación, había permitido la creación de la sombra que se llevó a su hija. La verdad era insoportable: la tragedia era consecuencia de sus propios actos. El laberinto, comprendió, no era solo un desafío físico, sino también un viaje de redención.
Tras lo que pareció una eternidad, Elyria llegó al centro del laberinto. El árbol de la vida eterna se alzaba majestuoso, con ramas negras como el ébano y hojas que destellaban con la luz del horizonte. Pero junto al árbol estaba la sombra de Aelina, ya no una niña inocente, sino una figura etérea que la miraba con tristeza y reproche.
—¿Por qué viniste, madre? —susurró la sombra—. Para devolverme a la vida, deberás entregarte al abismo. Deberás sacrificarlo todo: tus recuerdos, tu esencia, incluso mi rostro.
Elyria cayó de rodillas, devastada por la elección que tenía ante sí. El abismo a sus pies parecía susurrarle sus miedos más profundos: ¿y si su sacrificio no bastaba? ¿Y si al dar ese paso final, condenaba a su hija a un destino peor o, peor aún, la condenaba a una existencia sin amor verdadero, sin recuerdos de lo que las unía? La sombra de Aelina, con ojos llenos de una melancolía insondable, le habló de nuevo:
—Madre, no puedes saber si esto será suficiente. Tal vez me devuelvas, pero tal vez no sea yo. ¿Estás dispuesta a enfrentarte a esa incertidumbre?
La reina temblaba, aferrando el collar de cristal contra su pecho. Las imágenes de Aelina, de su risa, de su calor, inundaban su mente. El amor que sentía era una llama que no podía apagar, pero la duda crecía con cada instante. Finalmente, entre lágrimas, Elyria respondió:
—Si existe siquiera la más mínima posibilidad de devolverte la vida, Aelina, la tomaré, aunque me cueste todo.
Con un último aliento de determinación, dio el paso final hacia el abismo que rodeaba el árbol. Al hacerlo, sintió cómo cada parte de su ser se desvanecía, una a una: su nombre, sus recuerdos, el rostro de su hija. Solo permanecía el amor, puro e incorruptible, antes de que incluso eso se transformara en un destello de luz.

En el reino, los súbditos contemplaron con asombro una mariposa luminosa que ascendía hacia el horizonte, irradiando una luz cálida y tranquila. Comprendieron que era el espíritu de su reina, quien había sacrificado todo para restaurar el equilibrio y dar una última oportunidad de vida a su hija.
Aelina despertó en su cama, sana y salva, pero un vacío inexplicable habitaba en su pecho. El collar de cristal que colgaba de su cuello emitía un tenue brillo, y aunque no recordaba el porqué, cada vez que lo miraba sentía un amor profundo pero distante, como si alguien que ya no podía alcanzar estuviera cuidándola desde lejos. Ese vacío la acompañó siempre, recordándole que el amor, aunque eterno, deja cicatrices.
Así, en Lumoria, se contó la historia de la reina que enfrentó la oscuridad del laberinto. Y la moraleja resonaba entre los siglos: todo acto tiene un precio, y toda decisión implica una pérdida. Pero incluso ante la incertidumbre, las decisiones deben tomarse, pues solo al decidir encontramos un sentido en la lucha, aunque el resultado sea incierto.

En el laberinto de sombras, solo el amor puede iluminar el camino.
¡Gracias por leer “El Laberinto del Horizonte de Ébano“! Esta es una historia de una serie creada para lectores ávidos y estudiantes de español que desean disfrutar de relatos cautivadores mientras practican el idioma. ¡Sigue atento para más historias y consejos de lenguaje que enriquecerán tu aprendizaje!
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