
El misterioso vecino
Sofía se mudó a un nuevo edificio en el centro de la ciudad. Estaba emocionada por su nuevo hogar: el apartamento era moderno, tenía una gran terraza con vista a la calle y, en general, el vecindario parecía tranquilo. Sin embargo, no pasaron muchos días antes de que algo despertara su curiosidad.
En el apartamento al final del pasillo vivía un vecino peculiar. Nadie sabía mucho sobre él, pero todos decían que era extraño. Era un hombre alto y delgado, de unos cuarenta años, que siempre vestía de negro. Lo más raro era que solo lo veían salir por las noches. A Sofía le parecía un poco inquietante. Cada noche, alrededor de las once, el vecino salía de su apartamento. Caminaba por el pasillo sin hacer ruido, como si flotara, y a la mañana siguiente, cuando ella salía de su casa, él ya había vuelto.
Una noche, mientras leía en su habitación, escuchó ruidos provenientes del apartamento del vecino. Eran sonidos extraños: susurros, como si alguien hablara en otro idioma, y algo que sonaba como cadenas arrastrándose. Al principio, Sofía pensó que era su imaginación, pero cuando los ruidos se repitieron noche tras noche, empezó a preocuparse.
Decidió preguntarle a una vecina mayor que vivía en el mismo piso. “Disculpe, ¿sabe algo del señor que vive al final del pasillo? El que siempre viste de negro y solo sale de noche”, le dijo Sofía, tratando de sonar casual. La vecina la miró con una mezcla de curiosidad y preocupación. “Ah, ese hombre… Sí, es muy misterioso. Lleva años viviendo aquí, pero nunca habla con nadie. Nadie sabe a qué se dedica, y siempre hace esos ruidos extraños. Algunas personas dicen que podría ser un espía, o quizá… algo peor”, le susurró la mujer, como si temiera que alguien más la escuchara.
Esa noche, Sofía se quedó despierta, esperando ver al vecino salir. Escuchó los pasos silenciosos y, cuando él desapareció en las sombras del pasillo, decidió investigar. Se acercó a la puerta del apartamento y puso su oído en la madera fría. Escuchó algo que parecía un maullido suave, como el de un gato, pero también un murmullo, como si alguien hablara en un idioma desconocido. La situación cada vez le parecía más extraña.
Día tras día, Sofía trataba de averiguar más sobre su vecino. Incluso intentó hablar con él una vez, pero cuando lo saludó en el pasillo, él apenas la miró y siguió su camino. La joven empezó a imaginar todo tipo de teorías. ¿Sería un vampiro? ¿Un científico loco? ¿O tal vez un espíritu atrapado en el edificio? Su imaginación no tenía límites, y cada noche los ruidos extraños alimentaban su curiosidad.
Finalmente, decidió hablar con el portero del edificio. “Disculpe, ¿sabe algo del vecino que vive en el apartamento del fondo? El que siempre viste de negro y solo sale de noche”, preguntó Sofía, tratando de no sonar demasiado interesada.
El portero se rió suavemente y le explicó: “Oh, él trabaja en el turno de noche en un hospital cercano, por eso solo sale de noche. Es médico y sufre de insomnio, así que prefiere dormir durante el día. Además, tiene un gato llamado Salem, que siempre se queda solo y hace ruidos raros por la noche. No es nada sobrenatural, solo un hombre ocupado y un amante de los animales.”
Sofía sintió una mezcla de alivio y un poco de vergüenza. Todo el misterio había sido una serie de malentendidos. Esa noche, al escuchar los ruidos del gato y pensar en su vecino, simplemente sonrió, recordando todas sus teorías disparatadas. A veces, pensó, la realidad no es tan emocionante como la imaginación… pero le alegraba saber que no había nada tenebroso en su nuevo hogar.

¡Gracias por leer “El Misterioso Vecino”! Esta es la primera historia de una nueva serie creada para lectores ávidos y estudiantes de español que desean disfrutar de relatos cautivadores mientras practican el idioma. ¡Sigue atento para más historias y consejos de lenguaje que enriquecerán tu aprendizaje!





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